Y ahora la Madre Teresa quemada

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Foto: Rajat Gupta/EFE

XISKYA VALLADARES/ The Objective

27.02.2015 – Ahora también en la India. La foto de la mundialmente admirada Madre Teresa de Calcuta ha sido quemada por activistas del partido conservador «Hindú Sena», en Nueva Delhi, para pedir la prohibición de los misioneros. Según ellos, la Madre Teresa atendía a los pobres para convertirlos al cristianismo. Estos hechos junto con todos los que hemos ido presenciando de la persecución yihadista contra los cristianos, solo me recuerdan aquellas palabras de Jesús: «Si fueseis del mundo, el mundo os amaría; pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece.» (Jn 15, 19)

Pero no se trata ya de un tema religioso. Se trata de una violación de los derechos fundamentales en cuanto a la libertad religiosa. Un derecho que recoge, no solo el derecho canónico, ni lo que dice el art. 16.1 de la Constitución española de 1978 (que a su vez se concreta en varias leyes orgánicas y sentencias constitucionales), sino que está recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU en el artículo 18: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.»

Lamentable. Pero esto no es nada nuevo, sino conocido por todos. Lo novedoso, y cada vez más, es cómo se viola este derecho en cada vez más cristianos de distintos puntos del planeta. Incluso con persecución de «guante blanco» como ha repetido varias veces el papa Francisco en sus homilías de la Casa Santa Marta: «Hoy es todavía tiempo de mártires: los cristianos son perseguidos en Oriente Medio donde son asesinados o se ven obligados a huir, también «de modo elegante, con los guantes blancos»».

Y mientras esto sucede, ¿qué hacen las potencias occidentales? ¿Para qué sirve la ONU? ¿De qué nos vale tener unos Derechos Fundamentales muy claros y bien escritos? En mi opinión la solución no es crear esas «milicias cristianas» que se han formado y que intentan reclutar a combatientes cristianos occidentales que también serán arrasados. No, porque estamos haciendo una guerra de religión, no una defensa legítima que es lo que arguyen sus defensores en base al Catecismo. Y no porque estamos incumpliendo un mandato importante de Jesús, el de poner la otra mejilla, del que Él no ofrece excepciones. No es fácil ser cristiano y mucho menos en nuestro mundo actual.

Se trata de no acomodarnos en la indiferencia de lo que padecen nuestros hermanos perseguidos. Y de no responder con más violencia por nuestra parte. Por eso la solución no es fácil y debe pasar por un discernimiento serio y personal, en nuestro caso, sobre qué nos está diciendo Dios a través de tanta masacre e iniquidad contra el cristianismo y qué respuesta nos está pidiendo a cada uno. Obviamente la responsabilidad de un ciudadano de a pie no es la misma que la de un gobernante, pero que eso no nos haga eludir responsabilidades. Aquí vivimos un cristianismo demasiado acomodado, mientras en otros puntos del mundo nuestros hermanos cristianos están dando su vida por su fe. A ver qué empieza a pasar ahora con los misioneros en la India, todo indica que también ahí empezaremos a vivir una persecución importante.

El argentino León Gieco escribió la canción «Solo le pido a Dios» en 1978, en momentos de duros acontecimientos sociales de la época como la dictadura militar de su país, el exilio de Mercedes Sosa y el conflicto bélico entre Chile y Argentina que rondaba por aquel entonces: «Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente…» Ojalá sigamos teniendo esta oración a Dios:

Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente
que la resaca muerte no me encuentre
vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente
que no me abofetee la otra mejilla
después de que una garra me arañó esta suerte.

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente
desahuciado está el que tiene que marcharse
a vivir una cultura diferente.

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

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