Ojalá te doliera un poco más

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 FOTO de HANDOUT/Reuters

Recientemente han vuelto a la palestra las pateras, las vallas con cuchillas, las pelotas de goma, la guardia civil, los inmigrantes… No soy erudita ni siquiera licenciada en derecho. Pero el tema es cuestión de lesa humanidad. Así que opino como ciudadana de este mundo y como hermana del género humano.

“Lo que sucede al otro lado de mis fronteras no es asunto mío”, “bastante tenemos con solucionar nuestra situación”, “si nosotros no cuidamos nuestra identidad y progreso, nadie lo hará”… Son tres de las opiniones más leídas últimamente en España sobre los inmigrantes. No voy a recordarles la cantidad de veces en que los españoles fueron también buscando mejor suerte a lo largo de la historia. Pero sí quiero recordar algo de lo que se habla muy ‘poco’ últimamente, la famosa crisis. ¿Qué tendrá que ver?

Tan puros queremos ser en nuestras costumbres, lenguas e identidad que hasta perdemos humanidad, corazón sensible que sintoniza, que se apoya en valores humanos, que descansa en tradiciones olvidadas… Crisis de valores lo llaman otros. Calidad humana lo llamo yo. Puertas abiertas, sonrisas amables y francas, miradas de complicidad, plazas compartidas, amistades incondicionales, lo tuyo confundido con lo mío, y corazones alegres y valientes… ¿Hablo del africano, del europeo o el americano?

Algo falla cuando somos incapaces de ver en ‘el diferente’ a un hermano. Cuando nuestro dolor y sufrimiento nos cierran a la necesidad del de al lado. Cuando somos incapaces de ver en la diversidad una riqueza y la vemos como una amenaza. Cuando sentimos miedo de perder ‘lo nuestro’. Cuando cerramos fronteras y levantamos muros que nos separan.

Algo falla cuando hemos perdido la sensibilidad y la sorpresa ante el dolor ajeno. Cuando se nos enfrió tanto el corazón que no conoce la empatía, mucho menos la solidaridad. Cuando nos volvemos monstruos ciegos ante la injusticia y la necesidad. Cuando damos importancia al color de la piel o al acento o a los rasgos de la cara. Cuando no sabemos mirar con los ojos del corazón y descubrir la belleza interior del ser humano.

 

Algo falla. Pero ni siquiera sentimos los síntomas. Nos encerramos en nuestros pequeños mundos. No sentimos nada. Existimos rutinariamente y dejamos de vivir sin saber qué vida nos estamos perdiendo. Hablamos de fútbol, de los precios de la compra, de algún cutre que ha robado, de nuestro trabajo, nuestros hijos, poco más… Hablamos. No dialogamos. Nos perdemos en la redes sociales donde nos conocen más que en nuestra propia casa. Y a eso le llamamos modernidad, patriotismo, vida… ¿Qué vida?

Ojalá nos despertarán sus gritos saltando las cuchillas de las vallas. Ojalá sintiéramos las despedidas de los suyos. Ojalá saltaran nuestros nervios ante sus luchas por un mundo nuevo, más humano… Ojalá nos sorprendieran sus corazones borrachos de necesidad pero también de valores que nosotros hemos olvidado.

Que no llegue otro día más la noche y apaguemos la luz de la mesilla con un simple ‘buenas noches’ capaces de dormir tranquilos después de leer que decenas han muerto intentándolo, que otros tantos han resultado heridos por el salitre o por el hambre.

1 Comment
  • Camila
    Posted at 14:21h, 07 febrero Responder

    Toda la razón… toda la razón!! Yo soy chilena (América del Sur, el país de más al sur, el largo y delgado 🙂 ) y nosotros tenemos problemas desde hace siglos con los que han decidido continuar con la cultura mapuche (uno de los pueblos indígenas que había en Chile antes de la llegada de los españoles) y claro, tienen rasgos diferentes, y a veces visten diferente, pero siguen siendo tan chilenos como yo. La indiferencia, y es más, la enemistad que hay aquí con ellos, me da mucha tristeza.
    Nosotros también tenemos inmigrantes, principalmente peruanos (su país está al norte del nuestro). Lo que sucede con ellos es bien complicado, porque hay una pugna desde siempre, y aunque tratemos de hacer la paz, no hay caso. Al parecer en Perú se les enseña a tener odio contra los chilenos a los niños… en la escuela!! En Bolivia también. Es algo de nunca acabar. Y aún así disfrutamos de la gastronomía peruana, que por lo demás es buenísima, pero no podemos dejar de hacer algún tipo de discriminación a los peruanos… que tristeza.
    Una duda… ¿cuáles son las verdaderas causas del problema económico de España? Me queda la duda, porque tienen aborto, la población disminuye… ¿no será que les hace falta mano de obra? Ojalá fuera eso aunque eso una excusa para tratar mejor a los africanos que llegan en busca de una vida mejor. Ojalá, también, pueda haber una organización que los ayude a adaptarse al nuevo idioma, la cultura… aquí también llegan de Haití (un país que está en muy malas condiciones, es muy pobre) y necesitan mucho eso. Creo que ellos igual tienen una red de apoyo importante, los africanos también lo deben necesitar. Si no existe… manos a la obra!!

    Un abrazo, Dios te Bendiga y te guarde 🙂

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