Madurar para ser feliz

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No se trata de escapar de las experiencias, sino de entenderlas. Cuando vivimos situaciones difíciles, intentemos comprender lo que ha pasado y por supuesto no irnos hacia gente que nos proporciona respuestas absurdas para tranquilizarnos. «La edad es un número, la madurez es una opción.»

15/04/2015 / Neupic – Hace poco me topé con una de esas tantas fotos con frases que nos llegan en cadena. Suelo tirarlas a la papelera casi sin mirarlas, pero esta vez la foto me llamó la atención por lo poco habitual; eso me llevó a fijarme en la frase que decía: «La edad es un número, la madurez es una opción»… Y me hizo pensar! Cuántos adolescentes de 30, 40, 50 y más años nos encontramos a lo largo de la vida. Y cuántas veces nosotros mismos, en ciertas situaciones, reaccionamos como tal.

Nadie es maduro en todo ni para siempre. Si el mismo hecho de que te llamen inmaduro ya te ofende, mala señal.  Pero a veces nos topamos con personas tan vacías de mente y de alma que son incapaces de reconocer su propia inmadurez: ciegos por completo a su propia realidad interior. Alguien le ha llamado a esto «síndrome de Peter Pan». Este término lo acuñó Dan Kiley para las personas que no saben o no quieren crecer, madurar, hacerse adultas.

Un fruto madura en el árbol a base de mucho tiempo expuesto al sol, a la lluvia, al viento, mientras en silencio la savia y sus nutrientes va fluyendo en su interior. Una persona suele madurar cuando en los contratiempos y las dificultades dolorosas de la vida, dedica tiempo a interiorizar aquello que le pasa. La contemplación, la reflexión y la soledad son su savia nutriente que le hace entender lo doloroso, lo difícil, lo frustrante. A veces tenemos suerte y encontramos en estos procesos a alguna persona que ni nos dulcifica ni nos tranquiliza lo que vivimos, sino que nos enfrenta con cariño firme a la situación. Pero esas personas nunca podrán suplir esos momentos de silencio y soledad por los que nos toca pasar para madurar.

¿Quién es la persona madura? Aquella que experimenta con consciencia sus emociones, sabe gestionarlas adecuadamente y sacar experiencia de todo lo que vive.

¿Cómo se la reconoce? 1) Es alguien que sabe reaccionar bien ante las críticas, incluso las más fuertes, tanto si esta es constructiva como negativa. 2) Sabe gestionar bien los deseos de su ego que no vienen de sí, sino de la publicidad y de lo que otros le han dicho. 3) Ve y admite sus propios errores y se ríe de ellos y no se muere por la aprobación social. 4) Reconoce sus necesidades emocionales y sabe expresarlas con paz y a veces hasta con humor; es decir, no puede decidir lo que vive pero sí el cómo lo vive. 5) Acepta y comprende las limitaciones de los demás porque conoce las suyas propias, y ayuda a los otros a sentirse mejor.

¿Quién es inmaduro? 1) Alguien superficial que no es capaz de compartir aspectos profundos de su vida y solo busca pasarlo bien o divertirse. 2) Alguien que no asume sus culpas porque cree que la culpa siempre es de los demás. 3) Alguien que tiene miedo al diálogo y al compromiso y por eso evita temas que le comprometan o le saquen de su zona de confort. 4) Alguien que no habla nunca de sus emociones pues no sabe hacerlo y se excusa con que no es necesario. 5) Alguien que no asume riesgos porque le cuesta tomar decisiones y cree que las cosas se solucionan solas; no es proactivo por lo que incluso ignora los problemas más importantes pensando que se solucionarán solos.

Así que ¿quieres ser feliz? Madura, sé libre. No huyas de las experiencias difíciles o incómodas, dedícales tiempo en silencio y soledad para entenderlas y afrontarlas. «Si insistes en permanecer en tu zona de confort, no irás muy lejos» (Catalina Pulsifer), debemos avanzar, dar pasos hacia la dirección que queremos tomar. Recuerda: «Si quieres conocer la valía y la madurez de una persona, obsérvala en una situación adversa y no en el lujo del triunfo» (Luis Gabriel Carrillo Navas).

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