Aprender a decir «no»

NO expression

Todavía me cuesta comprender con qué facilidad algunas personas dicen «no» a lo que no les conviene y encima saben quedar bien con ello. Decir «no» es todo un arte pero se puede aprender.

XISKYA VALLADARES / Neupic

26-02-2015 – «Me encantaría, pero estos días estoy muy liado»… «Esta tarde me va fatal, ¿nos llamamos y quedamos otro día?»… «Lo estoy deseando, pero de verdad que no he podido»… Son frases que nos han dicho, o hemos oído decir, o quizás nosotros mismos hemos pronunciado. Muchas veces, todos lo sabemos, son pura excusa. Todos tenemos tiempo siempre para aquello que realmente queremos. Pero ¿nos conviene ir por la vida diciendo siempre que sí? ¿A qué precio?

Estamos de acuerdo en que nos meten muchas trolas y partimos del hecho de que si algo realmente nos interesa, ni lo alargamos, ni respondemos que no. Pero la realidad es que nuestro tiempo es muy limitado, los días solo tienen 24 horas y de esas los expertos dicen que es conveniente dedicar ocho horas para dormir, ocho horas para trabajar, y ocho horas para relacionarnos y distendernos. Pero podemos decir que nuestra sociedad occidental vive así de habitual? La pregunta más exacta sería: ¿Yo organizo así mi tiempo? Me temo que un afán de activismo se ha desatado entre nosotros. Como si me fuera a morir mañana o como si la salvación de este mundo dependiera de mí. ¿Cómo reparto mis 24 horas del día?

Mi experiencia me habla de que este texto justo lo va a leer y se lo va a tomar muy en serio la persona equivocada. ¿Os habéis percatado de que todos sabemos a quién le podemos pedir algo porque nunca se va a negar y todos sabemos quién ni siquiera es capaz de cumplir las responsabilidades que ha asumido y se queda tan tranquilo? Es cierto que también he comprobado que nuestra capacidad de trabajo no es para todos igual. Dios no nos hizo a todos igual de fuertes en nada. Pero teniendo en cuenta eso, Dios nos pide a cada uno según las cualidades y capacidades que nos ha dado.

Aclarado que este texto no es para los artistas de la negación y la irresponsabilidad, sino para esos incapaces de decir que no, mi pregunta básica es sencilla: ¿Qué te mueve en el fondo a decir siempre que sí? Esta es una pregunta que yo he pensado mucho delante de Dios. Y he escrito muchas posibles respuestas:

  • Recordar que aquello que dependa de mí y se queda sin hacer en este mundo, nadie más lo hará por mí.
  • Pensar que lo que esa persona me está pidiendo es bueno y para mí es una oportunidad de aportar mi granito de arena al bien de este mundo.
  • Creer que lo que hago no es poner un ladrillo solamente, sino que con mi aporte construyo una catedral para Dios.
  • Desear gastarme y desgastarme por el bien de los demás hasta dar la vida como Jesús. Sentir mías las necesidades de los demás.
  • Pensar que «hoy por ti, mañana por mí».
  • Tener miedo a que me ignoren y no me vuelvan a pedir nada porque he dicho que no cuando me necesitaban.
  • Necesitar la aprobación y el reconocimiento de los demás.
  • Querer ser alguien importante para esa persona.
  • Encontrar en eso que me piden una excusa para liberarme de otra responsabilidad menos agradable.

Tener clara la razón de fondo, la auténtica motivación, es fundamental porque es lo que le dará sentido y valor a mi acción. Pero de esas 10 listadas, la mitad son posibles motivaciones buenas y la otra mitad son posibles motivaciones egoístas. El problema es que necesitamos tiempo para discernir nuestras auténticas razones que nos mueven a la acción. Y muchas veces nos ciegan nuestros propios intereses más ocultos.

El procedimiento más fiable para mí es muy sencillo:

  1. Tanto si digo sí como si digo no: ¿Tengo tiempo material real? Para eso debo saber cuánto tiempo me requiere llevar adelante aquello que me piden.
  2. ¿Qué necesidad satisface en mí el sí o el no? No nos engañemos, funcionamos por necesidades.
  3. ¿Qué bien o qué mal pueden ofrecer a los demás mi sí o mi no?
  4. ¿Qué me desearía haber respondido hoy si estuviera en la hora de mi muerte?Teniendo en cuenta mi tiempo, y que Dios no quiere solo el bien de los demás, sino también el mío propio.
  5. Lo llevo a la oración y pido que me ilumina la respuesta.

Podemos equivocarnos. Pero es fundamental intentar actuar con las intenciones limpias de egoísmo. Algunas ideas que nos pueden ser útiles:

  • No somos los redentores del mundo. Cristo es el único redentor.
  • Dios no quiere nada que te haga daño, cuando tu salud está en juego, detente que algo falla.
  • Los buenos deseos no siempre son de Dios, a veces son necesidades nuestras escondidas que no nos atrevemos a reconocer.
  • Solemos autoengañamos con frecuencia, igual que creemos que engañamos a los demás cuando les decimos «lo siento, no he tenido tiempo». Somos capaces de llegar a creernos nuestras propias mentiras.
  • A veces lo mejor es enemigo de lo bueno. No corramos el riesgo de «morir de éxito». Nuestro tiempo es limitado y no podemos hacerlo bien todo cuando jugamos con poco tiempo. El estrés nunca es sano.
  • Aquello que nos dejará la conciencia tranquila (lo que nos gustaría haber hecho en el momento de la muerte), es lo que debemos hacer sin miedo a equivocarnos.
  • Una realidad inapelable: Es imposible gustarle a todo el mundo. No te empeñes en ello. Quien te quiere, lo seguirá haciendo aunque no puedas hacerle un favor.
  • Vales lo mismo si te lo reconocen como si no. Pero tu autoestima es muy importante para que los demás te valoren. Saber decir que no cuando no puedes o no debes, es quedarte bien contigo mismo, fundamental para tu autoestima.
  • Cuida tu salud física y mental. De lo contrario no podrás servir en plenitud a nadie. Dios te quiere bien.
  • Busca en todo el mayor bien tuyo y el de los demás, pero sobre todo, cuál es la voluntad de Dios para ti en ese caso concreto.

Sin embargo, ¿cómo decir que no llegado el momento?

  1. No todo el mundo se merece que le des explicaciones. A veces basta un simple «lo siento pero no puedo».
  2. Reconoce la parte de verdad que exista en que te encantaría por «tales razones», pero no puedes. Eso hace que el otro comprenda mejor tu negativa.
  3. Dilo sin nerviosismo, con seguridad, y mirando a los ojos si es posible. La sinceridad no puede ocultarse de la mirada.
  4. Si ves conveniente, ofrece otras alternativas o soluciones a tu negativa: «Yo no puedo, pero Fulanito quizás podría» o «yo ahora no puedo, pero en otra fecha sería más factible».
  5. Si el otro se enfada, ten por seguro que ese es su problema, no el tuyo. No asumas su enfado como algo personal. Si se trata de un amigo y deja de serlo por tu negativa, es que no era un amigo.

Finalmente, te recuerdo lo que decía un no creyente, Friedrich Nietzsche: «La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano». No lo olvides, lo importante es ¿qué te motiva realmente a decir que sí o decir que no?

 

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