Más empáticos que elefantes

elefante

 

Por Xiskya Valladares

21.02.2014 – Pues yo no lo sabía. Ahora resulta que los elefantes asiáticos se cuidan casi más entre ellos que los propios humanos. Cuando uno de ellos se estresa, el otro lo consuela como harían grandes amigos. Así que casi es un insulto para los animales compararlos con ciertas personas. Estoy pensando en las revueltas de Venezuela, de Kiev, de Siria, de Centroáfrica, etc. que me tienen tan triste estos días. Me impresiona saber que los animales se comportan mejor que nosotros entre sus iguales.

Ya hay un libro, «La manada inteligente», de un fotógrafo del National Geographic, que nos enseña muchas cosas que tendríamos que aprender de los animales. Es muy preocupante llegar a este punto porque es indicativo de cuánta conexión nos falta. Insisto en que necesitamos más sensibilidad para descubrir al otro y sus necesidades.

Un libro que os recomiendo saborear es el de El Principito, de Saint Exupery. Los diálogos del principito con el zorro o con su rosa me parecen de lo más sublime. Quizás nos enseñe mucho del amor ágape que por lo visto hoy es bastante difícil de encontrar. Ya sabes que la filosofía griega distingue cuatro tipos de amor: eros, storgé, philia y ágape. Eros es el amor apasionado y de atracción física; estorgé, el amor de cariño y compromiso entre familiares y amigos íntimos; philios, el amor de comunidad, atento, que abarca el intelecto, la personalidad y las emociones; ágape, el amor incondicional que nutre, compasivo, atento, cuidadoso, amable, altruista.

Pues bien. Tengo la suerte de gozar del ágape de algunas (muy pocas) personas. Así que algo puedo decir de esto. Lo que más puede sorprender es que este amor vaya siempre asociado a la libertad, no a la necesidad, ni a la dependencia. Alegrarse con el otro, aceptar que no te necesita, respetar su espacio y su tiempo, pensar sólo en su bien y su felicidad, gozar de sus triunfos como propios, nutrirle con tu amistad, divertirte de verle disfrutar, interesarte por sus cosas sin agobiarle, alegrarte de que otros le quieran, comprender sus limitaciones… Cualquier otra forma de amar es sólo sucedáneo. Y creo que en esto es en lo que aún superamos a los animales.

Hay quien dice que este amor es sólo para santos. Pero una pequeña amiga mía, santa, dice que la santidad es tan sólo amar, pues esa es la voluntad de Dios. Yo ahí lo dejo.

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