A veces basta una mirada

Saul Leiter1

 

 

 

¿Quién dijo que los detalles no importan? «Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos» (Teresa de Calcuta)

«Tengo un asunto muy importante que resolver», dijo Gandhi a los políticos cuando la niña le presentó la cabritilla con un esguince. Pasamos la vida casi sin darnos cuenta, casi sin vivir, que es en los pequeños detalles donde realmente se está viviendo. «La vida está hecha de millones de momentos, pero solo vivimos uno de esos momentos cada vez. Al empezar a cambiar este momento, empezamos a cambiar nuestra vida» (D.Trinidad Hunt, escritora). Si pudiera vivir otra vez trataría de tener sólo buenos momentos.

Si pudiera vivir otra vez no malgastaría el tiempo en puntos negros, aunque es verdad que son éstos los que hacen destacar los blancos. Hay quien considera cursi el poema de la americana Nadine Stair, atribuido erróneamente a Jorge Luis Borges o a Gabriel García Márquez. A mí no me parece nada cursi (será porque yo sí lo soy, no sé). Y creo que sintetiza muy bien esa vida vivida plenamente, basada en pequeños detalles que hacen la diferencia, a la que yo me estaba refiriendo aquí:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años…
y sé que me estoy muriendo.

Estoy plenamente convencida de que la vida está hecha de esos pequeños detalles que nos llenan por dentro. También del trabajo que disfrutas haciendo, de la conciencia de que puedes cambiar el mundo, de la alegría de pequeños éxitos, pero sobre todo, muy especialmente, de todos esos que pasarán desapercibidos para los demás pero no para nosotros. De la mirada cómplice de un amigo, de la sensación de libertad de andar descalzo, de la travesura que nunca nadie descubrió, de la ocurrencia deschavetada que hiciste, de los diálogos y las risas, de las inocentes mete patas, de las promesas difíciles, de la esperanza del encuentro, de sintonías ilusionantes, de músicas vibrantes, de abrazos sinceros, de oraciones profundas, de encuentros transformantes, de comidas y bebidas que encantan, de paseos por la playa, de amaneceres y aterdeceres, de amigos, de gente común, de amores roba sonrisas, de un Amor eterno saciante…

Y a veces, sólo a veces, «es muy pequeña la parte de vida que empleamos para vivir (Publio Siro)… Ojalá la llenemos de más instantes.

1 Comment
  • Mila
    Posted at 22:09h, 03 enero Responder

    Ojalá estas letras hubieran llegado antes a mi vida… Gracias Xiskya.

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